sábado, 27 de agosto de 2016

Invierno, otra vez.

Es un vacío que pesa, que oprime, que ahoga. Un vacío que inunda el corazón y la vida. Un vacío infinito que llega a todos los rincones de mi ser, que me hace sentir rota, ausente, muerta. Mientras todos viven, yo no; yo sobrevivo. Yo afronto cada día  con dificultad y tedio; uno tras otro, siempre lo mismo, siempre la misma sensación. Me despierto y, arrepentida de no haber dejado de respirar durante la noche, me levanto; transcurre el día con lentitud y vuelvo a dormir. Me despierto de nuevo y otra vez igual... Necesito algo en mi vida que me haga sentir que soy alguien, que no soy tan solo un cuerpo que vaga entre sueño y sueño, sin esperanzas. Necesito algo que me haga sentir... viva. Algo que me diga quién soy, por qué sigo aquí,  por qué no he muerto si es lo que debería hacer.  Me siento vacía otra vez y tengo miedo de vaciarme del todo. ¿Qué pasará cuando ya no sienta nada? Son todos tan importantes e imprescindibles que me hacen sentir algo pequeño,  algo invisible, algo completamente inerte. Inútil, definitivamente inútil. Sé que mi presencia les molesta, les incomoda. Y por eso me gusta el invierno, porque al menos el frío me obliga a sentir algo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario