jueves, 1 de septiembre de 2016

Su última sonrisa.

Llevaba mucho tiempo observándola. Cada noche,  a las 23:30, salía al balcón,  ponía una canción triste que duraba dos minutos y dieciséis segundos y la escuchaba una y otra vez, llorando,  mientras fumaba un cigarro y bebía una copa de vino. Y cada día, a la misma hora, yo me asomaba a la ventana para mirarla. ¿Por qué?  Bueno, podría decir que porque no tenía nada mejor que hacer pero en realidad me hacía sentir especial, como si tuviese una cita aunque ella no lo supiera...
Esa noche fue distinta. Salió a las 23:30 y puso la canción pero no fumó, no lloró  y no llevaba una copa en la mano sino una botella. Se quedó mirando al cielo mientras la bebía.  Cuando terminó,  observó lentamente todo a su alrededor y en el momento en que se encontró  con mi mirada, sonrió y se tiró al otro lado de la valla haciendo soñar la alarma de un coche al caer sobre él.

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