sábado, 21 de mayo de 2016

Corazón de porcelana.

Ahora mi corazón sabe lo que es amar realmente a alguien. Amar es sufrir y desear ese sufrimiento por la persona que hace que tu vida cobre sentido. Aún sigo queriéndole, lloro cada día por él, aún me duele su ausencia, aún le extraño, aún le espero... Espero a que piense que se ha equivocado, a que vuelva a mí y me abrace, a que me bese con pasión, a que se preocupe por mí, a que todo vuelva a ser como antes.
Recuerdo el último beso, recuerdo que sabía que ese sería nuestro último beso, recuerdo su último adiós, la última vez que me amó. Dudo que mi corazón de porcelana pueda volver a amar a alguien, si lo consigue no será en igual medida que a él, no tendrá comparación... Lo que siento por él es toda una mezcla de sensaciones maravillosas: deseo, compasión, admiración...; y por desgracia, el día que rompió bruscamente mi frágil corazón, de éste afloraron otras: odio, temor, tristeza, incomprensión, frialdad, dolor, sí, sobretodo muchísimo dolor... Pero ninguno de esos sentimientos puede eclipsar el amor que me lleva hacia él. Ese amor que solo da y no recibe, y se conforma con eso aunque a veces quiera más, ese amor que ni yo misma puedo entender. Quizá debería haber escuchado a mi conciencia cuando me dijo que no me enamorase, pero mi corazón decidió ignorar tal consejo sintiendo por la persona equivocada cosas que nunca sintió ni sentirá por nadie más. ¡Maldito ignorante de porcelana! Porque este corazón está roto y ya no puede amar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario