Querida amiga, fiel compañera, compañera en el viaje de la vida; querida mujer con sueños de niña. Si fuese a mí sería querida suicida; querida estúpida que no supo valorar lo que tenía cuando debía. Pero no es a mí, es a ti, querida amiga.
Mirando esta pared, oyendo poesía, he recordado aquellos días en los que nos tirábamos aquí a hablar, a reír, a besar, a crecer y a creer, y sobretodo a amar. Y me doy cuenta de que no decía lo mucho que te quería, yo tampoco sé por qué me resulta más fácil o menos difícil decírtelo ahora que no debería. Pero es igual, qué más da, el caso es que lo sepas, que más vale tarde que nunca (pero tampoco te creas que hoy voy de profunda, no vaya a ser que te o me confundas).
Me encantaba tenerte, abrazarte, cogerte y devorarte. Sabes que yo era más de hechos que de palabras y más de besos que de versos y de caricias en la cara. Pero he cambiado y esta vez, aleluya, no ha sido porque me hayan hecho daño sino todo lo contrario. La verdad es que lo agradezco porque si no a ver cómo te diría todo esto. Es que yo siempre voy al revés, ya me conoces.
¿Sabes? Nuestra historia fue distinta. A lo mejor algún día se la cuento a mis nietos. Fue intensa, fue rara, fue un poco como eres tú. No tan bonita, claro, eso sería demasiado.
Te he querido mucho, mi niña... Y por eso te escribo, porque me he acordado de ti y creo que te echo menos, aunque no sepa muy bien en qué consiste eso. Te escribo porque te quiero, querida amiga.
domingo, 22 de mayo de 2016
Sorpresa.
Había una fiesta en el pueblo la semana siguiente para celebrar el matrimonio de la hija del alcalde con el joven sheriff de la ciudad contigua. Mi amigo de toda la vida, con el que jugaba cuando éramos pequeños, fue a buscarme el sábado anterior.
-Me gustaría que me acompañaras tú, Jokarusa.
-Será un honor -sonreí.
El día acordado a las siete en punto estaba en la puerta de mi casa esperándome con un precioso ramo de flores recién cortadas. Montamos en su caballo y fuimos a la plaza. La noche fue fantástica, nos divertimos mucho. Cuando nos disponíamos a ir a casa, él tomó un rumbo distinto. Nos dirigíamos al campo.
-¿Dónde vamos? Nos hemos pasado...
-Tengo una sorpresa para ti.
Yo asentí emocionada y confié en él. Cuando nos apeamos del corcel, me tomó las manos y las puso alrededor de su cuello. Después, colocó las suyas rodeando mi cintura y me besó. Ató al animal a un árbol y nos sentamos sobre la hierba. No estaba segura de qué iba a pasar pero en ningún imaginé lo siguiente.
-¿Cuál era la sorpresa de la que me hablabas?
-Esta -susurró y me clavó su puñal en el estómago antes de que pudiera darme cuenta. De mi vientre manaba un líquido oscuro que manchaba mi vestido, y de mi boca también. Él rió y se quedó observando cómo moría ahogada en mi sangre. Luego, montó en su caballo y se fue al trote.
-Te quiero, preciosa -dijo mientras se iba.
-Me gustaría que me acompañaras tú, Jokarusa.
-Será un honor -sonreí.
El día acordado a las siete en punto estaba en la puerta de mi casa esperándome con un precioso ramo de flores recién cortadas. Montamos en su caballo y fuimos a la plaza. La noche fue fantástica, nos divertimos mucho. Cuando nos disponíamos a ir a casa, él tomó un rumbo distinto. Nos dirigíamos al campo.
-¿Dónde vamos? Nos hemos pasado...
-Tengo una sorpresa para ti.
Yo asentí emocionada y confié en él. Cuando nos apeamos del corcel, me tomó las manos y las puso alrededor de su cuello. Después, colocó las suyas rodeando mi cintura y me besó. Ató al animal a un árbol y nos sentamos sobre la hierba. No estaba segura de qué iba a pasar pero en ningún imaginé lo siguiente.
-¿Cuál era la sorpresa de la que me hablabas?
-Esta -susurró y me clavó su puñal en el estómago antes de que pudiera darme cuenta. De mi vientre manaba un líquido oscuro que manchaba mi vestido, y de mi boca también. Él rió y se quedó observando cómo moría ahogada en mi sangre. Luego, montó en su caballo y se fue al trote.
-Te quiero, preciosa -dijo mientras se iba.
Vamos a bailar.
Llevo toda la tarde asomada a la ventana... Se pone el sol realzando los ocres y naranjas del otoño, alargando las figuras, dejando un halo de luz en el cielo, haciendo salir a la noche. Se descubre la luna y en ella está tu rostro pálido y puedo ver tu cuerpo fusionándose con la oscuridad mientras bailas. De repente te acercas a mí y me dices que vaya contigo, que aún es pronto, que la noche es joven, que te lleve a bailar fuera. Yo no sé pero dices que no importa. Me insistes y finalmente cedo a tus plegarias. Con un susurro: vamos a bailar, dejo caer mi cuerpo al otro lado de la ventana. Ahora bailamos. Resulta que sí sé, pero nunca lo había intentado.
sábado, 21 de mayo de 2016
Cadáver.
Yo no debería estar aquí. No sé que estoy haciendo en esta casa de locos; tendría que estar con gente como yo. Soy demasiado para estos enfermos. ¡Ellos creen que la vida es bella! Daría lo que fuera por salir... Por favor, te ruego que me libres de las cadenas de la desesperación, estos grilletes me hacen daño, estas esposas me aprietan demasiado. Y yo cedo y me dejo llevar... porque no puedo hacer otra cosa. Si estuvieses cerca, huiría contigo, amor, pero te fuiste para no volver, dejándome aquí, pudriéndome en esta cárcel como un cuerpo hediondo después de la muerte. Tú fuiste mi muerte, amor, y ahora solo soy un cadáver.
Corazón de porcelana.
Ahora mi corazón sabe lo que es amar realmente a alguien. Amar es sufrir y desear ese sufrimiento por la persona que hace que tu vida cobre sentido. Aún sigo queriéndole, lloro cada día por él, aún me duele su ausencia, aún le extraño, aún le espero... Espero a que piense que se ha equivocado, a que vuelva a mí y me abrace, a que me bese con pasión, a que se preocupe por mí, a que todo vuelva a ser como antes.
Recuerdo el último beso, recuerdo que sabía que ese sería nuestro último beso, recuerdo su último adiós, la última vez que me amó. Dudo que mi corazón de porcelana pueda volver a amar a alguien, si lo consigue no será en igual medida que a él, no tendrá comparación... Lo que siento por él es toda una mezcla de sensaciones maravillosas: deseo, compasión, admiración...; y por desgracia, el día que rompió bruscamente mi frágil corazón, de éste afloraron otras: odio, temor, tristeza, incomprensión, frialdad, dolor, sí, sobretodo muchísimo dolor... Pero ninguno de esos sentimientos puede eclipsar el amor que me lleva hacia él. Ese amor que solo da y no recibe, y se conforma con eso aunque a veces quiera más, ese amor que ni yo misma puedo entender. Quizá debería haber escuchado a mi conciencia cuando me dijo que no me enamorase, pero mi corazón decidió ignorar tal consejo sintiendo por la persona equivocada cosas que nunca sintió ni sentirá por nadie más. ¡Maldito ignorante de porcelana! Porque este corazón está roto y ya no puede amar.
Recuerdo el último beso, recuerdo que sabía que ese sería nuestro último beso, recuerdo su último adiós, la última vez que me amó. Dudo que mi corazón de porcelana pueda volver a amar a alguien, si lo consigue no será en igual medida que a él, no tendrá comparación... Lo que siento por él es toda una mezcla de sensaciones maravillosas: deseo, compasión, admiración...; y por desgracia, el día que rompió bruscamente mi frágil corazón, de éste afloraron otras: odio, temor, tristeza, incomprensión, frialdad, dolor, sí, sobretodo muchísimo dolor... Pero ninguno de esos sentimientos puede eclipsar el amor que me lleva hacia él. Ese amor que solo da y no recibe, y se conforma con eso aunque a veces quiera más, ese amor que ni yo misma puedo entender. Quizá debería haber escuchado a mi conciencia cuando me dijo que no me enamorase, pero mi corazón decidió ignorar tal consejo sintiendo por la persona equivocada cosas que nunca sintió ni sentirá por nadie más. ¡Maldito ignorante de porcelana! Porque este corazón está roto y ya no puede amar.
Realidad.
Quiero acercarme a la realidad pero ella no puede ni asomarse a mi imaginación, ni intentarlo, ni por un momento, ni por un instante. La realidad escapa de mi mundo de ideas, de amores, de secretos, de temores, de verdades y mentiras, todas mías.
La realidad me es esquiva al roce con mis sueños mas yo pienso, yo creo, ¡maldita sea!... Creo en nosotros. En nosotros dos juntos, nosotros vivos, nosotros amándonos, nosotros solos... Nosotros: en mi imaginación. Nosotros: lejanos a la realidad, a los demás, al mundo, a la vida y a la muerte, a los miedos y al presente, ajenos a todo no que nos rodea. Sólo nosotros .
Pero llega otra vez la realidad con su violencia y me arranca de ese lugar, me arrebata la felicidad. Y ya no somos nosotros; somos tú y yo. Tú y yo por separado, tú y yo solos, tú y yo perdidos. Tú y tu vida, yo y la mía. Y ya no quiero acercarme a la realidad.
La realidad me es esquiva al roce con mis sueños mas yo pienso, yo creo, ¡maldita sea!... Creo en nosotros. En nosotros dos juntos, nosotros vivos, nosotros amándonos, nosotros solos... Nosotros: en mi imaginación. Nosotros: lejanos a la realidad, a los demás, al mundo, a la vida y a la muerte, a los miedos y al presente, ajenos a todo no que nos rodea. Sólo nosotros .
Pero llega otra vez la realidad con su violencia y me arranca de ese lugar, me arrebata la felicidad. Y ya no somos nosotros; somos tú y yo. Tú y yo por separado, tú y yo solos, tú y yo perdidos. Tú y tu vida, yo y la mía. Y ya no quiero acercarme a la realidad.
Nieve.
Piensa en una mañana fría de invierno, ha llovido durante la noche y el suelo está mojado. Las lunas de los coches están cubiertas de hielo. Andas con cuidado de no caer y a medio camino empieza a nevar. Un copo de nieve, dos, tres... Y nueva más y más. Al cabo de un rato el suelo está cubierto de nieve, todo el paisaje que ves está blanco, y no deja de nevar. Precioso, ¿verdad? Ahora fija la vista en un solo copo de nieve: cae despacio, no tiene prisa y ¿sabes por qué? Yo creo que porque no quiere morir. Su vida es sencilla, corta, efímera. Cae desde el cielo, pasa delante de las personas pero nadie se fija en él y muere chocando contra tu mano, por ejemplo. Cuando alguien está cayendo nadie se da cuenta. ¿Por qué? Porque la gente ya tiene sus problemas, porque viven con prisa, porque no merece la pena ayudar, porque no vale nada si es sólo una persona cayendo. Pero cuando choca contra su mano y sienten el frío de la muerte... ¡Ahí! Ahí vienen las lágrimas, la melancolía, la tristeza. Una vez que mueres eres importante, pero no mientras estás cayendo. Pierdes la vida, ganas importancia. Así es, al igual que los copos de nieve.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)