sábado, 17 de septiembre de 2016

Clic.

Esa noche hacía frío, mucho frío.
Metí la llave en la cerradura mientras veía mi aliento dibujando nubes en el aire. Clic. Abrí la puerta. Dentro estaba oscuro como afuera pero no me hacía falta la luz para nada, había estudiado cada centímetro de esa casa. Recorrí el pequeño pasillo, subí las escaleras despacio, sin hacer el menor ruido. No quería despertarla. Llegué a su habitación. La puerta estaba abierta, como siempre. Dormía de espaldas a la ventana; de cara a la puerta, a mí. Su cabello rubio platino descansaba sobre la almohada y me sentí tentado de tocarlo. Lo hice, con suavidad para que no se diese cuenta que yo estaba allí. Sonreí y saqué el arma.
Puse la pistola en su cabeza.
Abrió los ojos mirándome directamente.
-Dispara -dijo.
Clic.
Y sentí frío, mucho frío.

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