jueves, 21 de julio de 2016

Yo le maté.

Mientras el vapor de la olla inundaba la sala, le dije:
-Tú me has obligado a hacer esto.
No contestó, obviamente, porque estaba muerto. Lavé el cuchillo ensangrentado y lo guardé de nuevo en el cajón. Le maté porque no dejaba de repetir "mamá, mamá, mamá" y de tirarme del delantal.
Ya no volverá a molestarme mientras cocino.

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