-Tú me has obligado a hacer esto.
No contestó, obviamente, porque estaba muerto. Lavé el cuchillo ensangrentado y lo guardé de nuevo en el cajón. Le maté porque no dejaba de repetir "mamá, mamá, mamá" y de tirarme del delantal.
Ya no volverá a molestarme mientras cocino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario