-A veces pienso que deberías sonreír más pero luego me doy cuenta de que tu seriedad es una de las cosas que te hacen tan misterioso y que tanto me atraen. Si no fuese por esa nube de incertidumbre que te rodea, nunca me habría fijado en ti.
-¿Me estás llamando feo?
Estallé en carcajadas y él me miró con la expresión confundida.
-No, te estoy diciendo que me encantas. ¿Sabes? Creo que nunca llegaré a saberlo todo de ti.
-¿Y te parece mal?
-Sinceramente, me gusta porque así nunca dejarás de sorprenderme.
Siguió mirando el mar, en silencio, sentado junto a mí al borde del acantilado y por fin contestó:
-Yo creo que no soy tan misterioso.
-Oh, ¿me hablas en serio? Hay gente que daría lo que fuera por saber a dónde vas por la tarde o qué música escuchas o cuándo es tu cumpleaños...
-No lo creo. ¿A quién va a interesarle eso?
-A más personas de las que imaginas. La verdad es que yo tengo mucha suerte.
Me miró confundido otra vez. Como siempre, no entendía lo que decía.
-Yo sé todo eso y más -aclaré-. No encajas en ningún sitio, sólo aquí, observando el reflejo de la luna conmigo en un paisaje tan oscuro y sombrío como tú. Eres frío y distante con todos y la mayoría se pregunta por qué... Eres tan diferente, tan único... -dije mientras caminaba por el bordillo, justo al límite.
Con la mínima ráfaga de viento podría caerme... Se levantó de repente, a lo mejor sin pensarlo, me pasó un brazo alrededor de la cintura y me besó, dejándome de espaldas al vacío, volando... Pero sabía que era imposible que me cayese porque él estaba sujetándome y no había nada más seguro que sus brazos. No había nada mejor que él y su misterio.
jueves, 21 de julio de 2016
Quererte.
Empecé a quererte hace mucho sin saber lo que conllevaba que alguien como yo se enamorase de alguien como tú. Pasé contigo los mejores momentos de mi vida y en poco tiempo te convertiste en alguien imprescindible... No sabía que quererte suponía depender de tu amor y tu atención, no poder vivir sin ti, necesitarte a mi lado a cada momento. No sabía que ibas a destrozarme de esta manera, no sabía o no quería saber; pero lo hiciste, te di mi corazón y tú te lo llevaste, y con él la posibilidad de enamorarme otra vez. Me pregunto para qué lo querías... Quizá, después de todo, sólo eras un coleccionista de corazones rotos.
Domingo.
Hoy es domingo y se nota. Estoy escuchando música antigua pero una moto distorsiona el sonido. La calle huele a humedad y el suelo está mojado: ha llovido. Una pareja está cruzando la calle ahora; ambos son morenos, él lleva gafas, va vestido de gris y es más alto que ella, ella lleva un abrigo granate y un bolso blando. Él pasa su brazo por el hombro de ella y yo me pregunto por qué. Ya se han ido. Un coche rojo pasa por la carretera y me obliga a mirarle. Yo lo veo todo desde un lugar lejano, desde arriba, desde mi torre, ajena al mundo. No hace frío aquí pero abajo sí. Y un perro ladra.
El hotel a mi izquierda está iluminado por la luz blanca que recorta sobre él la silueta de los árboles, y me llama. En la puerta de ese hotel me habló un hombre estadounidense una vez y me puse tan nerviosa que se me olvidó todo el inglés que sabía. Él intentaba el español y finalmente nos entendimos: quería saber si podía lavarse en el hotel. Creo que había estado viajando durante mucho tiempo y no sabía muy bien dónde estaba o quizá no tenía dónde alojarse. Probablemente esa noche dormiría en su coche y reemprendería el viaje por la mañana.
He abierto la ventana para ver si estaba ahí, para recordarte, para llorar, para salir de aquí. No sé para qué. "¿Crees en el amor?" dice lo que estoy oyendo ahora mismo. "No te necesito" repite una y otra vez. Yo creo en el amor y te necesito. No me gusta esta canción pero, no sé por qué, me sé toda la letra. Me duelen las muñecas, tengo las manos frías y las uñas violáceas; debería dejar de mordérmelas pero lo estoy haciendo ahora mismo. Estoy sangrando y me gusta ese sabor metálico que tiene la sangre.
Hay una botella de vino en el estante de arriba. Es curioso el vino. No me gusta su sabor pero a pesar de eso, me parece elegante y sofisticado. El vino tiene tantas peculiaridades como la canción anterior. Mirar a los libros me produce seguridad, intriga, nostalgia y algo así como calor familiar. Son mis amigos desde hace tanto tiempo que al verlos me siento en paz, en casa, en mi hogar.
Estoy pensando en escribir sobre un cincuentón que escucha blues suave y bebe whisky caro sentado en un sillón de piel frente a una mesa de cristal en un salón con luz tenue y muebles de madera a su alrededor, algunos apoyados sobre la pared lisa de color beige.
Me he asomado otra vez a la ventana y de repente quiero llorar, pero no me quedan lágrimas. La luz de esta lámpara me molesta y acabo de recordar que a ti también te hacía daño, que te quitaste las gafas, te frotaste los ojos y me pediste que la apagase.
Hay una gota de pintura azul en el espejo; no sé cómo ha llegado ahí, quizás al abrir el bote nuevo. Otra canción: "Míralo arder", grita esta. El vaho que dibuja formas en el cristal cuando susurro se cree divertido hoy. A veces miro al edificio que se alza frente a mi casa, observo a la gente y me imagino sus vidas. Hay una adolescente sujetando a un perro mediano marrón entre sus brazos. Me pregunto cuándo lo habrá adquirido: ¿quizá en navidad?, ¿por su cumpleaños? Ha soltado al animal y está escribiendo en el ordenador. Estará chateando con su mejor amiga sobre la dificultad del examen de mañana. Ha apagado la luz y se ha ido. En este momento, odio la luz. Necesito música alta y oscuridad para escapar de aquí. Es demasiado bonito... "Perdida en la oscuridad" canta esta otra. Yo me hallo en la oscuridad y la canción dice lo contrario: la vida ha decidido hacer chistes conmigo. Y yo no sé para qué he abierto la ventana.
Yo le maté.
Mientras el vapor de la olla inundaba la sala, le dije:
-Tú me has obligado a hacer esto.
No contestó, obviamente, porque estaba muerto. Lavé el cuchillo ensangrentado y lo guardé de nuevo en el cajón. Le maté porque no dejaba de repetir "mamá, mamá, mamá" y de tirarme del delantal.
Ya no volverá a molestarme mientras cocino.
-Tú me has obligado a hacer esto.
No contestó, obviamente, porque estaba muerto. Lavé el cuchillo ensangrentado y lo guardé de nuevo en el cajón. Le maté porque no dejaba de repetir "mamá, mamá, mamá" y de tirarme del delantal.
Ya no volverá a molestarme mientras cocino.
sábado, 9 de julio de 2016
Casi yo.
Siéntate ahí y haz como que no pasa nada, después de todo, lo haces cada mañana; si lo ves absurdo, no lo pienses, aprende a callar y a tener vacía la mirada; ocúltalo todo pero sé raro en vez de misterioso. Cuando veas que ya no queda nadie, cuando la soledad te pese en el alma, cuando venga alguien y te abrace y no sientas absolutamente nada, cuando los días sean siempre grises y te hayas acostumbrado a ello, enhorabuena, ya te pareces un poquito más a mí.
Haz una locura y nuevos amigos, que la gente te conozca, lucha por algo, lo que sea, aunque no te apetezca; olvida los secretos, di que todo es genial, perfecto, y vuelve poco a poco a ser lo de antes. Ahora, en el camino, mientras no eres un lado ni el otro, te falta un amor invisible por el que llorar. Entonces serás casi yo.
Haz una locura y nuevos amigos, que la gente te conozca, lucha por algo, lo que sea, aunque no te apetezca; olvida los secretos, di que todo es genial, perfecto, y vuelve poco a poco a ser lo de antes. Ahora, en el camino, mientras no eres un lado ni el otro, te falta un amor invisible por el que llorar. Entonces serás casi yo.
El marco de la pintura.
-Cuando observas un cuadro, ¿en qué te fijas?
-En la pintura ciertamente -responde.
-¿Qué te dice?
-Puede contarme lo que pensaba el autor en ese momento, lo que temía, lo que deseaba...
-Y ¿qué te hace sentir? -pregunto.
-Es posible que lo mismo que sentía el autor.
-Entonces, me dices que al observar un cuadro, ves una pintura que te hace compartir un sentimiento determinado con quien lo creó.
>>La pintura son las almas hermosas de este mundo.
La pintura es tan grande que te llama, te exige, te hace verla como a una divinidad y eclipsa eso que nadie ve... ¿No es cierto que el marco de la pintura forma parte del cuadro? El marco rodea la pintura, las almas hermosas, pero no te llama ni te exige y por eso es tan difícil contemplarlo y ver cuán lindo es. Pasa desapercibido para la gran mayoría, pero yo... Yo veo el marco antes que la pintura, yo encuentro la belleza que no ven el resto de mortales, yo veo la autenticidad del marco y las mentiras de la pintura. El marco eres tú, y a ti te veo porque eres distinto de la pintura. Tú eres la belleza que nadie puede ver.
-En la pintura ciertamente -responde.
-¿Qué te dice?
-Puede contarme lo que pensaba el autor en ese momento, lo que temía, lo que deseaba...
-Y ¿qué te hace sentir? -pregunto.
-Es posible que lo mismo que sentía el autor.
-Entonces, me dices que al observar un cuadro, ves una pintura que te hace compartir un sentimiento determinado con quien lo creó.
>>La pintura son las almas hermosas de este mundo.
La pintura es tan grande que te llama, te exige, te hace verla como a una divinidad y eclipsa eso que nadie ve... ¿No es cierto que el marco de la pintura forma parte del cuadro? El marco rodea la pintura, las almas hermosas, pero no te llama ni te exige y por eso es tan difícil contemplarlo y ver cuán lindo es. Pasa desapercibido para la gran mayoría, pero yo... Yo veo el marco antes que la pintura, yo encuentro la belleza que no ven el resto de mortales, yo veo la autenticidad del marco y las mentiras de la pintura. El marco eres tú, y a ti te veo porque eres distinto de la pintura. Tú eres la belleza que nadie puede ver.
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